sábado, 22 de septiembre de 2012

CAPÍTULO 11 "Cristianismo Pagano"

CAPÍTULO 11 Un Nuevo Acercamiento al Nuevo Testamento: LA Biblia no es un Rompecabezas Al tratar el tema del ministerio en el Nuevo Testamento, es esencial recordar el orden en que fueron escritos los libros de esta parte de la Biblia. Si suponemos –como nos lleva a suponer el orden en que aparecen éstos ahora– que los Evangelios fueron escritos primero, luego Hechos y luego las cartas de Pablo, comenzando por Romanos y finalizando por las Epístolas Pastorales a Timoteo, a Tito y la carta a Filemón, jamás podremos entender el desarrollo de las instituciones y el pensamiento de la iglesia primitiva Richard Hanson ¿Por qué nosotros los cristianos podemos seguir los mismos ritos vacíos de Dios cada domingo sin darnos cuenta jamás de que se contraponen con el Nuevo Testamento? En parte, la razón tiene que ver con el increíble poder de la tradición. Pero hay algo más. Tiene que ver con nuestro Nuevo Testamento. El problema no es lo que dice. El problema es cómo nos acercamos a él. Tengo una respuesta a la pregunta de Frank. Que es UNA respuesta, no LA respuesta, que se entienda. Los cristianos siguen los mismos ritos vacíos domingo tras domingo sin darse cuenta que no son bíblicos porque tienen vendas mágicas colocadas por personeros de Satanás en sus ojos espirituales. El acercamiento usado más frecuentemente entre los cristianos contemporáneos al estudiar la Biblia es el método de los “textos de prueba”. El origen de este método se remonta a fines de la década de 1590. Un grupo de hombres llamados “escolásticos protestantes” tomaron las enseñanzas de los reformadores y las sistematizaron siguiendo las reglas de la lógica aristotélica. Los escolásticos protestantes sostenían que no sólo la Biblia es la Palabra de Dios, sino que cada parte de ella es la Palabra de Dios en sí misma, independientemente del contexto. Esto sentó las bases para la idea de que, si extraemos un versículo de la Biblia, es verdadero por derecho propio y puede ser usado para probar una doctrina o una práctica. Cuando apareció John Nelson Darby, a mediados del siglo XIX, construyó una teología basada en este enfoque. Darby elevó el uso de los textos de prueba a una forma de arte. De hecho, fue Darby quien dio a los cristianos fundamentalistas y evangélicos gran parte de las enseñanzas que aceptan actualmente. Todas están basadas en el método de los textos de prueba. Los textos de prueba, por lo tanto, se convirtieron en la forma en que nosotros, los cristianos contemporáneos, nos acercamos a la Biblia. Es enseñada en cada instituto bíblico y seminario protestante sobre la tierra. Como resultado, los cristianos raramente o nunca llegamos a ver al Nuevo Testamento como un todo. Más bien, se nos sirve un plato de pensamientos fragmentados unidos por medio de la lógica humana caída. El fruto de este enfoque es que nos hemos alejado mucho de la práctica de la iglesia del Nuevo Testamento. Pero seguimos creyendo que somos bíblicos. Permítame ilustrar el problema con una historia ficticia. Les presento a Gervasio Zurita Gervasio Zurita es un mundialmente famoso consejero matrimonial. En su carrera de veinte años como terapeuta matrimonial, ha aconsejado a miles de matrimonios en problemas. Tiene una presencia en Internet. Cada día, cientos de parejas le escriben cartas contándole sus lacrimosas historias matrimoniales. Las cartas vienen de todas partes del mundo. Y Gervasio las contesta todas. Transcurren cien años, y Gervasio Zurita descansa plácidamente en su tumba. Tiene un tataranieto llamado Amílcar Cornejo. Amílcar decide recuperar las cartas perdidas de su tatarabuelo. Pero sólo puede encontrar trece de sus cartas. De las miles de cartas que Gervasio escribió durante su vida, ¡sólo han sobrevivido trece! Nueve de ellas fueron escritas a parejas en crisis matrimoniales y cuatro a cónyuges individuales. Todas estas cartas fueron escritas a lo largo de un período de veinte años, entre 1980 y 2000. Amílcar planea compilar todas estas cartas en un único volumen. Pero hay algo interesante acerca de la forma en que Gervasio escribió sus cartas que dificulta en parte la tarea de Amílcar. Primero, Gervasio tenía el molesto hábito de nunca fechar sus cartas. No aparecían días, meses o años en ninguna de sus trece cartas. Segundo, las cartas reflejan sólo la mitad de la conversación. Las cartas iniciales escritas a Gervasio que provocaron sus respuestas ya no existen. En consecuencia, la única forma de entender el trasfondo de una de sus cartas es reconstruyendo la situación matrimonial a partir de la respuesta de Gervasio. Cada carta fue escrita en momentos diferentes, a personas de culturas diferentes, tratando con problemas diferentes. Por ejemplo, en 1985 Gervasio escribió una carta a Paul y Sally, de Virginia, Estados Unidos, que experimentaban problemas sexuales a principios de su matrimonio. En 1990, Gervasio escribió una carta a Juan y Matilde, de España, que estaban teniendo problemas con sus hijos. En 1995, Gervasio escribió una carta a una esposa de México que estaba pasando por una crisis de la edad mediana. Tome nota: veinte años, trece cartas, todas escritas a diferentes personas, en diferentes momentos y en diferentes culturas, y cada una experimentaba problemas diferentes. A Amílcar Cornejo le gustaría poner estas trece cartas en orden cronológico. Pero, sin las fechas, no lo puede hacer. Así que las ordena por largo, de mayor a menor. Es decir, toma la carta más larga que escribió Gervasio y la pone primero. Pone la segunda carta más larga a continuación. Toma la tercera más larga, y la pone en tercer lugar. La compilación finaliza con la carta más corta que escribió Gervasio. Las trece cartas quedan ordenadas, no cronológicamente, sino por su largo. El volumen va a imprenta y se convierte en un éxito de librería de la noche a la mañana. La gente lo compra a carradas. Pasan cien años y las Obras completas de Gervasio Zurita, compiladas por Amílcar Cornejo, resisten el paso del tiempo. La obra sigue siendo muy popular. Pasan cien años más, y este volumen es usado copiosamente en todo el mundo occidental. (Gervasio ha estado descansando en su tumba trescientos años ya.) El libro es traducido a docenas de idiomas. Los consejeros matrimoniales lo citan a diestra y siniestra. Las universidades lo usan en sus clases de sociología. Tan amplio es su uso que a alguien se le ocurre la brillante idea de hacer que el volumen sea más fácil de citar y manejar. ¿Cuál es esa idea brillante? Dividir las cartas de Gervasio en capítulos y oraciones numeradas (nosotros las llamamos versículos). Así nacen los capítulos y versículos en las Obras completas de Gervasio Zurita. Pero, al agregar capítulos y versículos a estas originalmente vivas cartas, ocurre un cambio que pasa desapercibido. Las cartas pierden su toque personal. En cambio, toman las características de un manual. Varios sociólogos comienzan a escribir libros acerca del matrimonio y la familia. ¿Su principal fuente? Las Obras completas de Gervasio Zurita. Tome cualquier libro del siglo XXIV sobre el tema del matrimonio, y encontrará que el autor cita capítulos y versículos de las cartas de Gervasio. Suele ocurrir de la siguiente forma. Al presentar una cuestión específica, un autor cita un versículo de la carta de Gervasio escrita a Paul y Sally. El autor entonces extrae otro versículo de la carta escrita a Juan y Matilde. Toma otro versículo de otra carta. Luego une estos tres versículos, con los cuales construye su filosofía matrimonial particular. Prácticamente cada sociólogo y terapeuta matrimonial que escribe un libro sobre el matrimonio hace lo mismo. Pero, he aquí la ironía. Cada uno de estos autores contradice constantemente a los demás, ¡aun cuando todos están usando la misma fuente! Pero eso no es todo. No sólo se han convertido las cartas de Gervasio en una prosa fría cuando eran originalmente cartas vivas y vitales para personas reales en lugares reales, sino que se han transformado en un arma en manos de hombres guiados por intereses propios. No pocos escritores sobre el matrimonio comienzan a usar textos de prueba aislados de la obra de Gervasio para atacar a los que están en desacuerdo con su filosofía matrimonial. ¿Cómo pueden hacer esto? ¿Cómo ocurre esto? ¿Cómo pueden contradecirse entre sí todos estos sociólogos cuando están usando exactamente la misma fuente? Es porque las cartas han sido extraídas de su contexto histórico. Cada carta ha sido quitada de su secuencia cronológica y de su verdadero entorno de vida. En otras palabras, las cartas de Gervasio Zurita han sido transformadas en una serie de oraciones aisladas, desarticuladas y fragmentadas, abiertas a que cada uno tome libremente una oración de una carta, otra oración de otra carta y las pegue juntas para crear la filosofía matrimonial de su elección. Es una historia asombrosa, ¿no? Bueno, aquí tiene el remate. Sea que se haya dado cuenta o no, ¡acabo de describir su Nuevo Testamento! El orden de las cartas de Pablo Su Nuevo Testamento consiste en su mayor parte de las cartas de Pablo. Pablo de Tarso escribió las dos terceras partes del Nuevo Testamento. Escribió trece cartas en un período de veinte años. Nueve cartas fueron escritas a iglesias de diferentes culturas, en diferentes momentos, que experimentaban diferentes problemas. Cuatro cartas fueron escritas a cristianos individuales. Las personas que recibieron estas cartas también estaban tratando con diferentes asuntos en momentos diferentes. Tome nota: veinte años, trece cartas, todas escritas a diferentes iglesias en diferentes momentos, en diferentes culturas, todas los cuales experimentaban problemas diferentes. A principios del segundo siglo alguien tomó las cartas de Pablo y las compiló en un único volumen. El término técnico para este volumen es “canon”.5 Los eruditos se refieren a este volumen compilado como el “canon paulino”. Esencialmente, es el Nuevo Testamento que usted tiene con unas pocas cartas agregadas después, los cuatro Evangelios y Hechos colocados adelante y Apocalipsis pegado al final. En ese tiempo, nadie sabía cuándo se habían escrito las cartas de Pablo. Aun cuando lo supieran, no habría importado. Porque no había antecedentes de un ordenamiento alfabético o cronológico. El mundo grecorromano del primer siglo ordenaba su literatura según el largo decreciente. Fíjese ahora cómo está dispuesto su Nuevo Testamento. ¿Qué encuentra? La carta más larga de Pablo aparece en primer lugar. Se trata de Romanos. La segunda carta más larga es 1 Corintios, y por eso viene después de Romanos. La tercera carta más larga es 2 Corintios. Su Nuevo Testamento sigue este modelo hasta llegar a ese diminuto libro llamado Filemón. He aquí el orden actual de su Nuevo Testamento. Los libros están ordenados por largo descendiente: Romanos 1 Corintios 2 Corintios Gálatas Efesios Filipenses Colosenses En 1864, Thomas D. Bernard dio una serie de charlas denominadas “las conferencias de Bampton”. Estas conferencias fueron publicadas en un libro en 1872 titulado The Progress of Doctrine in the New Testament. En el libro, Bernard sostiene que el orden actual de las cartas de Pablo en el Nuevo Testamento fue inspirado y encomendado divinamente. Este libro llegó a ser muy popular entre los maestros de la Biblia del siglo XIX y XX. Como resultado, prácticamente cada texto teológico, exegético o comentario bíblico escrito durante el siglo XX sigue el orden caótico actual, sin darse cuenta cuánto nos ha impedido observar la visión panorámica del Nuevo Testamento. La “crítica canónica” ha adquirido importancia entre los seminaristas. Esto es el estudio del canon como una unidad para poder adquirir una teología bíblica general. Lo que se necesita hoy es una teología construida, no sobre el canon corriente y su ordenamiento erróneo, sino sobre la historia cronológica de la iglesia primitiva. Efesios es en realidad apenas más larga que Gálatas, pero los libros fueron ordenados erróneamente debido a un agregado al margen. Esto no es sorprendente dado que la diferencia de largo es tan leve. 1 Tesalonicenses 2 Tesalonicenses 1 Timoteo 2 Timoteo Tito Filemón Entonces, ¿cuál es el orden cronológico correcto de estas cartas? Según la mejor erudición disponible, éste es el orden en que fueron escritas: Gálatas 1 Tesalonicenses 2 Tesalonicenses 1 Corintios 2 Corintios Romanos Colosenses Filemón Efesios Filipenses 1 Timoteo Tito 2 Timoteo El agregado de capítulos y versículos En 1227, un profesor de la Universidad de París llamado Stephen Langton agregó capítulos a todos los libros del Nuevo Testamento. Más tarde, en 1551, un impresor llamado Roberto Stephanus enumeró las oraciones en todos los libros del Nuevo Testamento. (Por favor: sugiero humildemente pegar en las paredes de todos los seminarios e institutos bíblicos del planeta, estas tres líneas). Según el hijo de Stephanus, las divisiones en versículos que su padre creó no respetan el sentido del texto. Stephanus no usó ningún método consistente. Mientras viajaba a caballo de París a Lyons, versificó todo el Nuevo Testamento dentro de las divisiones de capítulos de Langton. Los versículos aparecieron en las hojas de las sagradas escrituras en 1551. Y desde entonces el pueblo de Dios se ha acercado al Nuevo Testamento con tijeras y cola, recortando y pegando oraciones inconexas de diferentes cartas, sacándolas de su entorno de vida real y atándolas juntas para construir doctrinas flotantes. Y luego denominan a esto “la Palabra de Dios”. Este acercamiento chapucero aún perdura en nuestros seminarios, universidades bíblicas, iglesias, estudios bíblicos y (trágicamente) en nuestras iglesias caseras hoy. La mayoría de los cristianos están completamente ajenos a los sucesos sociales e históricos detrás de cada una de las cartas del Nuevo Testamento. En cambio, han convertido al Nuevo Testamento en un manual que puede blandirse para respaldar cualquier punto. El picado de la Biblia en fragmentos hace que esto sea relativamente fácil de lograr. Cómo nos acercamos al Nuevo Testamento A los cristianos se nos ha enseñado a acercarnos a la Biblia en una de siete maneras. Vea cuántas son aplicables a usted: Usted busca versículos que lo inspiren. Cuando encuentra estos versículos, los resalta, los memoriza, medita sobre ellos, o los pega en la puerta de la heladera. Usted busca versículos que le dicen lo que Dios ha prometido para poder confesarlo en fe y así obligar al Señor a hacer lo que usted quiere. (Si usted forma parte del movimiento “lo que dices, recibes”, es un experto en esto). Usted busca versículos que le dicen lo que Dios le ordena hacer. Usted busca versículos que puede citar para darle un buen susto al diablo o resistirlo en la hora de la tentación. Usted busca versículos que comprueban su doctrina particular para poder cortar en jirones bíblicos a su contrincante teológico. (Debido al método de “textos de prueba”, una gran parte del cristianismo actúa como si la mera mención de un versículo aleatorio descontextualizado de la Biblia pone fin a la discusión sobre prácticamente cualquier tema) Usted busca versículos en la Biblia para controlar y/o corregir a otros. Si usted es un predicador, busca versículos “predicables” para el sermón del próximo domingo. (Esta es una adicción continua para los predicadores. Está tan arraigada que muchos de ellos son incapaces de leer sus Biblias de otra manera aparte de buscar material para el sermón.) En el seminario, la historia de la iglesia primitiva se enseña en una clase de “historia de la iglesia” mientras que los libros del Nuevo Testamento se enseñan en una clase de “estudios del Nuevo Testamento” Y ambas no se cruzan jamás. Así que los seminaristas casi nunca reciben una vista panorámica de la historia continua de la iglesia primitiva con los libros ordenados cronológicamente. Si no me cree, pruebe esto: La próxima vez que se encuentre con un estudiante (o graduado) de un seminario, pídale que le relate la totalidad de sucesos entre el momento en que Pablo escribió Gálatas hasta que escribió Romanos. Pídale que incluya fechas, lugares, nombres de personajes importantes y los sucesos que aparecen en Hechos. Ahora vuelva a mirar la lista. ¿Se encontró en ella? Note cómo cada uno de estos acercamientos es altamente individualista. Todos lo ponen a usted, el cristiano individual, en el centro. Cada enfoque pasa por alto el hecho de que la mayoría del Nuevo Testamento fue escrito a elementos corporativos (iglesias) y no a personas. Pero eso no es todo. Cada uno de estos acercamientos está construido sobre “textos de prueba” aislados. Tratan al Nuevo Testamento como un manual y nos ciegan a su verdadero mensaje. No debemos extrañarnos de que podamos asentir a nuestros pastores pagos, el orden del culto del domingo a la mañana, los sermones, los edificios de iglesia, la vestimenta religiosa, los coros, los equipos de adoración, los seminarios y un sacerdocio pasivo… todo sin pestañear. Hemos sido enseñados a acercarnos a la Biblia como un rompecabezas. Para la mayoría de nosotros, nunca nos han contado toda la historia detrás de las cartas que escribieron Pablo, Pedro, Santiago, Juan y Judas. Nos enseñaron capítulos y versículos, no el contexto histórico. Por ejemplo, ¿alguna vez le enseñaron a la historia detrás de la carta de Pablo a los de Galacia? Antes de asentir con la cabeza, vea si usted puede contestar estas preguntas sin pensarlo demasiado: ¿Quiénes eran los gálatas? ¿Cuáles eran sus problemas? ¿Cuándo y por qué les escribió Pablo? ¿Qué sucedió justo antes de que Pablo escribiera su tratado a los gálatas? ¿Dónde estaba cuando lo escribió? ¿Qué lo impulsó a escribirla? Y ¿dónde en Hechos encontramos el contexto histórico para esta carta? Todos estos asuntos de trasfondo son indispensables para entender lo que trata nuestro Nuevo Testamento. Sin ellos, simplemente no podemos entender la Biblia claramente o adecuadamente. Un erudito lo expresó de esta manera: “El ordenamiento de las cartas de Pablo en el Nuevo Testamento es, en general, según su longitud. Cuando las reordenamos conforme a su orden cronológico, haciendo que encajen, en la medida de lo posible, en su escenario de vida real dentro del relato de los Hechos de los Apóstoles, comienzan un mayor tesoro; comienzan a explicarse por sí mismas en una medida mayor que cuando este trasfondo se pasa por alto”. Otro escribe: “Si las ediciones futuras [del Nuevo Testamento] quieren ayudar en vez de obstaculizar la comprensión del lector del Nuevo Testamento, es necesario darse cuenta de que el tiempo es propicio para hacer que desaparezcan del texto tanto las divisiones de versículos como de capítulos y que sean colocados en el margen, en un lugar lo más inconspicuo posible. Debe hacerse todos los esfuerzos para imprimir el texto de una forma que haga posible que las unidades que el autor mismo tenía en mente se vuelvan aparentes”. Yo llamo a nuestro método de estudiar el Nuevo Testamento como el “enfoque del portapapeles”. Si usted está familiarizado con la computadora, conoce el componente llamado portapapeles. Si se encuentra usando un procesador de texto, puede cortar y pegar un trozo de texto usando el portapapeles. Este portapapeles le permite cortar una oración de un documento y pegarlo en otro. Los pastores, seminaristas y laicos por igual han sido condicionados por el enfoque de portapapeles al estudiar la Biblia. Es así como justificamos nuestras estructuras cargadas de humanidad, atadas a la tierra, creadas por hombres, empotradas y encajonadas, haciéndolas pasar por “bíblicas”. Por eso solemos pasar por alto cómo era la iglesia primitiva cada vez que abrimos nuestros Nuevos Testamentos. Vemos versículos. No vemos el cuadro entero. Déjeme demostrarle cómo está vivo y coleando este enfoque, y cuán profundamente gobierna nuestras mentes. Les presento a José Iglesiacasera Aparece ahora el Sr. José Iglesiacasera. José se crió en la iglesia institucional. Durante los últimos diez años se ha sentido insatisfecho con ella. José toma un libro sobre la “iglesia casera” y sufre una crisis de conciencia. Termina por aprender algunas cosas sorprendentes. A saber, que no hay ningún pastor moderno en el Nuevo Testamento. No hay ningún edificio de iglesia. No hay ningún clero pago, y las reuniones de iglesia están abiertas a la participación de todos. Todos estos descubrimientos sacuden el mundo de José. Al punto que deja la iglesia institucional. No sin enfrentar la furia del pastor, dicho sea de paso. Lo que pasa es que José cometió el error de compartir estas “grandes revelaciones” con otras personas de su iglesia. Como resultado, el pastor se enteró y José se encontró en su mira. Desde el púlpito, José fue señalado como un “hereje peligroso” y se le indicó a la congregación que no tuviera ningún contacto con él. Después de lamerse las heridas, José toma su Nuevo Testamento, sin darse cuenta jamás de que el enfoque de cortar y pegar aún vive en su mente. La “mentalidad de portapapeles” nunca fue escindida de sus pensamientos. Pero está en una feliz ignorancia en cuanto a esto, como la mayoría de los cristianos. José empieza a buscar ingredientes para iniciar una “iglesia neotestamentaria”. Así que comienza por hacer lo que la mayoría de los cristianos están condicionados a hacer cuando buscan la voluntad de Dios. Selecciona los versículos que más le gustan del Nuevo Testamento, pasando por alto el trasfondo social e histórico de esos versículos. José se topa con Mateo 18:20: “Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Sigue leyendo y llega a Hechos 2:46: “De casa en casa partían el pan”. José recibe una revelación: “Todo lo que tengo que hacer es abrir mi casa, lograr que dos o tres personas se reúnan en ella, y ¡voilá! ¡He plantado una iglesia neotestamentaria!”. Así que el domingo siguiente José abre su hogar y comienza una “iglesia casera” basada en el Nuevo Testamento (según piensa). José tiene otra revelación: “Soy un plantador de una iglesia como Pablo. Comencé una iglesia casera igual que él”. No se da cuenta de que él acaba de sacar dos oraciones de dos documentos –completamente fuera del contexto histórico– y los ha unido para hacer algo que no tiene ninguna raíz en la Biblia. Mateo 18:20 no es una receta para fundar una iglesia. ¡Ese pasaje trata de una reunión de excomunión! Hechos 2:46 es simplemente un informe de lo que hicieron los primeros cristianos. Es cierto que los primeros cristianos se reunían en casas. Y es altamente recomendable que hagamos lo propio hoy. Pero abrir nuestra casa e invitar a personas para que se reúnan en ella no constituye una iglesia. ¡Tampoco califica al dueño de casa como un “plantador de iglesia”! Las iglesias del primer siglo fueron plantadas a sangre y sudor. Los hombres que las plantaron no dejaron la sinagoga el sábado y decidieron que plantarían iglesias caseras el domingo. Todo hombre del Nuevo Testamento involucrado en la plantación de iglesias era primeramente un hermano común en una iglesia ya existente. Y, con el tiempo –luego de mucha tribulación y exposición en una iglesia que lo conocía tan bien que podían leerlo como la palma de la mano– era reconocido y enviado con la aprobación de esa iglesia. Este es un patrón consistente a lo largo del Nuevo Testamento. Se puede probar cualquier cosa con versículos, querido lector. Ver el nacimiento de una iglesia que se compara con las congregaciones del primer siglo, requiere mucho más trabajo que sólo abrir una casa y sentar la gente en un sofá cómodo para tomar refrescos, comer galletas y hablar de la Biblia. ¿A qué me refiero cuando hablo de una iglesia al estilo del primer siglo? Me refiero a un grupo de personas que saben experimentar a Jesucristo y expresarlo en una reunión sin alguien que esté oficiando. Estoy hablando de un grupo de personas que pueden funcionar juntos como un Cuerpo cuando están solas, una vez que el plantador las deja. El hombre que funda una iglesia al estilo del primer siglo deja a esa iglesia sin pastor, ancianos, líder de música, facilitador bíblico o maestro de la Biblia. Si esa iglesia está bien plantada, esos creyentes sabrán cómo tocar la dirección viva y palpitante de Jesucristo en una reunión. Sabrán cómo dejarlo guiar sus reuniones invisiblemente. Traerán sus propias canciones, escribirán sus canciones, ministrarán desde lo que Cristo les ha mostrado, ¡sin ningún líder humano presente! Equipar a las personas para hacer esto requiere mucho más que abrir su casa y decir: “Vengan, tengamos un estudio bíblico”. Volvamos a nuestra historia. José Iglesiacasera ahora tiene una “iglesia neotestamentaria”. Como en todos los pequeños grupos como el de José, surge el tema del liderazgo. ¿Qué hace José? Empieza a buscar los versículos que más le gustan sobre el liderazgo. Se detiene en Hechos 14 y queda atrapado por el versículo 23. Dice: “En cada iglesia nombraron ancianos”. ¡José recibe otra revelación! “La Palabra de Dios declara que cada iglesia neotestamentaria tiene ancianos”, cavila. “Por lo tanto, ¡nuestra iglesia casera necesita ancianos!”. ¡José hace este descubrimiento sólo dos semanas después de abrir su hogar! “Cada iglesia del Nuevo Testamento tenía ancianos”, dice José. Así que saca ese texto fuera de su contexto y designa ancianos. (Casualmente, José resulta ser uno de esos ancianos). ¿Cuál es el contexto histórico de Hechos 14? Dos plantadores de iglesias, Pablo y Bernabé, son enviados por su iglesia casera en Antioquía. Antes de ser enviados, ambos ya habían experimentado la vida de iglesia como hermanos, no líderes (Bernabé en Jerusalén y Pablo en Antioquía). Esto no significa que los plantadores de iglesia nunca vuelvan. Hay muchas ocasiones en que son necesarios para ayudar a la iglesia. Pero, luego de plantar una iglesia, los plantadores de iglesias deberían estar ausentes más de lo que están presentes. Lo que estoy describiendo aquí no es filosofía de café. He trabajado con iglesias que encajan en este modelo. Hechos 14:23 forma parte de una descripción de lo que sucedió después que estos dos plantadores de iglesias fueron enviados. Están en el sur de Galacia. Los dos hombres acaban de plantar cuatro iglesias. Ahora están volviendo a visitar esas iglesias entre seis meses y un año después de haber sido plantadas esas iglesias. Pablo y Bernabé vuelven a cada una de las iglesias de Galacia y “respaldan públicamente a hombres mayores” en cada iglesia. Pero José ha cometido un error aún más sutil. El versículo dice que Pablo y Bernabé nombraron ancianos en cada iglesia. José interpreta que esto significa que cada iglesia auténtica tiene ancianos. Pero este texto no dice tal cosa. El versículo se refiere a un suceso en el sur de Galacia durante el primer siglo. ¡“Cada iglesia” quiere decir cada iglesia en el sur de Galacia en el año 49 d.C.!27 Lucas está hablando de las cuatro iglesias que Pablo y Bernabé acababan de plantar ¿Usted ve el problema con que nos topamos cuando sacamos alegremente versículos fuera de su entorno histórico? ¡La verdad es que José Iglesiacasera se ha salido por completo de los límites bíblicos! En primer lugar, él no es un plantador de iglesia itinerante. (Estos eran los hombres que reconocían a ancianos en el primer siglo.) En segundo lugar, la iglesia es demasiado joven como para tener ancianos. En Jerusalén se necesitaron al menos catorce años para que surgieran ancianos. Pero José Iglesiacasera tiene su versículo, así que está “parado sobre la Biblia” (en su imaginación). Más adelante surge la cuestión de dar dinero. Así que José se estaciona en 1 Corintios 16:2: “El primer día de la semana, cada uno de ustedes aparte y guarde algún dinero conforme a sus ingresos”. Basado en este versículo, José instituye una regla de que cada integrante de su iglesia casera debe dar dinero al fondo eclesiástico los domingos por la mañana. De nuevo, José ha tomado un pasaje fuera de su contexto y ha construido una práctica sobre ella. 1 Corintios 16:2 trata de un evento único. Fue escrito alrededor de 55 d.C. a la iglesia de Corinto. En ese momento Pablo estaba recolectando dinero de todas las iglesias gentiles que él había plantado. Pablo tenía un solo objetivo para esto: quería llevar esa colecta a los hermanos y hermanas de Jerusalén que estaban atravesando una pobreza severa. Era un suceso único. Pablo estaba diciendo a los corintios: “A propósito, cuando los visite, quiere que ese dinero ya esté recogido para llevarlo a Jerusalén. Así que cada domingo, cuando ustedes se reúnan, ¿no quisieran por favor ir apartando un fondo de ayuda?”. Por lo tanto, 1 Corintios 16:2 no tiene nada que ver con un ritual mecánico de levantar una ofrenda cada domingo a la mañana. Bueno, hay más. La iglesia casera de José empieza a discutir el asunto de la misión de la iglesia. Naturalmente, José toma su selector de textos en busca de aquellos versículos que brinden una respuesta. Se detiene en Mateo 28:19: “Vayan y hagan discípulos de todas las naciones...” Hace una referencia cruzada con Marcos 16:15, que dice: “Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura”. Continúa y llega a Hechos 5:42, que dice: “No dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús es el Mesías”. José cavila en su interior: “Nuestra misión es predicar el evangelio. Para eso existimos. Pues, vaya, ¡si Dios no hubiera querido que predicáramos el evangelio, nos habría matado después de habernos convertido! Así que la única razón por la cual respiramos oxígeno –la única razón por la cual tenemos iglesias caseras– es predicar el evangelio. Esto es lo que dice el Nuevo Testamento. Acabo de leerlo”. Nuevamente, el Sr. José Iglesiacasera ha sacado tres versículos completamente fuera de su contexto. En Mateo 28:19 y Marcos 16:15, Jesús no está hablando a todos los cristianos. Está hablando a doce hombres que nunca habían predicado el evangelio hasta que el Señor los envió. Y Él no los envió hasta que primeramente los hubiera capacitado durante tres años.29 Estos hombres eran apóstoles (plantadores de iglesias). Por consiguiente, la denominada “Gran Comisión” es una palabra para los que plantan iglesias. No fue dada a cada creyente. Además, en el griego original, la “Gran Comisión” dice: “Yendo por vuestro camino...” Por lo tanto, es una profecía (“Yendo”), no un mandato (“Vayan”).30 El Señor no les dijo a los apóstoles que “fueran”. Les dijo que estarían yendo. ¿Quién está predicando el evangelio en Hechos 5? Estos mismos hombres. Los apóstoles. Es interesante que ningún cristiano en Jerusalén fuera de los doce predicara el evangelio hasta que hubieran pasado ocho años. Aprendieron de Jesucristo en el contexto de la vida de iglesia antes de difundir las buenas nuevas. Además, cuando los hermanos y hermanas de Jerusalén empezaron a difundir el evangelio después que pasaron esos ocho años, no lo hicieron por obligación. Sucedió espontáneamente cuando fueron dispersados por toda Palestina. A diferencia de los cristianos de hoy, los primeros creyentes no compartieron a Cristo por un sentido de culpa, por mandato o por obligación. ¡Lo compartieron porque estaba derramándose fuera de sus vidas, y no podían evitarlo! Los procesos mentales de José respecto de la misión de la iglesia han sido modelados por dos cosas: El avivamentismo del siglo XIX (ver el capítulo 1) y el enfoque de portapapeles de la Biblia. El efecto neto del enfoque de portapapeles Demos un paso atrás y analicemos la historia de José. José ha manejado muy mal el Nuevo Testamento. ¿Es puro su motivo? Sí. ¿Tiene un corazón para Dios? Sí. ¿Le impidió esto aplicar incorrectamente las Escrituras? No. José ha llegado al Nuevo Testamento de la misma forma que hemos sido enseñados la mayoría de nosotros, con tijeras y cola. Listos para cortar, pegar y crear una base para nuestras doctrinas y prácticas favoritas. El efecto neto del enfoque de portapapeles es trágico. Ha producido un montón de iglesias actuales que no tienen ninguna base escritural para existir. (Hablo de la iglesia institucional como la conocemos hoy.) Pero también ha generado una gran cantidad de “iglesias caseras” formales y mecánicas sin vida, sin color y estériles. Me recuerda una visión que tuvo Ezequiel del valle de huesos secos. El Señor llevó a Ezequiel al valle de huesos secos, y la Palabra de Dios viva y palpitante apareció para resucitar esos huesos. La Biblia dice que los huesos comenzaron a unirse entre sí. Los huesos fueron cubiertos de tendones y carne. Y cuando el aliento de Dios entró en ellos como un viento recio, esos huesos muertos se convirtieron en un ejército poderoso. La mayoría de los “plantadores” de iglesias caseras modernos pueden ser descritos como hombres que han llegado al valle de los huesos secos con cola, aguja, hilo y versículos del Nuevo Testamento en la mano. Han tomado los huesos y los han pegado entre sí. Han pasado el hilo por los tendones cosiendo carne sobre ellos. Después han dado un paso atrás y dijeron: “Vean una iglesia neotestamentaria construida sobre el Nuevo Testamento. Tenemos ancianos, nos reunimos en una casa, no tenemos un clero pago, hacemos una colecta todos los domingos y predicamos el evangelio”. ¡Pero no hay ningún viento recio! La Iglesia de Jesucristo no es algo que puede ponerse en marcha. No pueden soldarse sus partes. No hay un plano o modelo que podemos sonsacar del Nuevo Testamento extrayendo versículos y tratando de imitarlos mecánicamente. ¡La iglesia de Jesucristo es una entidad biológica y viva! Tiene que nacer. Si hemos de ver resultados como en el primer siglo, la iglesia necesita nacer de la misma manera que nacieron todas las iglesias del primer siglo. Si contamos todas las iglesias que se mencionan en el Nuevo Testamento, hay unas treinta y cinco. Cada una de ellas fue plantada o ayudada por un plantador de iglesias itinerante que solamente predicaba a Cristo. No hay ninguna excepción. La iglesia fue levantada como resultado de la presentación apostólica de Jesucristo. Hay más versículos que respaldan este principio que las que hablan de reunirse en casas. Hay más versículos que respaldan esto que las que apoyan reuniones abiertas y participativas. Hay más versículos que respaldan esto que las que mencionan la colecta del domingo a la mañana. Y, como hemos visto, hay muchas más escrituras que apoyan esta práctica que las que sostienen todas las cosas antibíblicas que hacemos en la iglesia moderna, ¡incluyendo la contratación de un pastor! El principio de trabajadores extralocales que plantan y ayudan una iglesia impregna el Nuevo Testamento. Tome nota. El Nuevo Testamento no es un manual para la práctica de la iglesia. ¡Es un registro de Emanuel: Jesucristo inspirando su vida divina a través de su pueblo en el primer siglo! El libro de Hechos no es un libro de instrucciones del orden eclesiástico. ¡Es un registro histórico de cómo la Cabeza de la iglesia da a luz su Cuerpo y cómo esta se expresa a sí misma! Las epístolas no son textos prácticos que nos muestran cómo ser buenos cristianos. ¡Son cartas vivas y palpitantes escritas en momentos diferentes a iglesias diferentes que vivían en culturas diferentes y que experimentaban circunstancias diferentes! Pero todos hablan con una única voz. Y esa voz surge desde una epopeya consistente que fluye libremente. Una epopeya que necesita ser desplegada si hemos de volver alguna vez a la primitiva mentalidad cristiana y a la práctica de la primera iglesia. Un remedio práctico Entonces, ¿cuál es el antídoto para el enfoque de portapapeles del Nuevo Testamento? ¿Cuál es el remedio que lo llevará a usted hacia una expresión viva del Cuerpo de Cristo, al estilo del primer siglo? El antídoto comienza por entender nuestro Nuevo Testamento. Hemos sido condicionados para acercarnos al Nuevo Testamento con un microscopio y extraer versículos para averiguar lo que hicieron los primeros cristianos. Necesitamos abandonar esa mentalidad por completo, dar un paso atrás y echar una mirada fresca a las Escrituras. Necesitamos conocer la totalidad del drama entero, desde el principio hasta el fin. Necesitamos aprender a ver el Nuevo Testamento panorámicamente, no microscópicamente. F. F. Bruce, uno de los mayores eruditos de nuestro tiempo, una vez dijo algo fascinante: cuando leemos las cartas de Pablo, es como escuchar un lado de una conversación por teléfono. Se ha trabajado suficiente en el campo de la erudición a lo largo de los años como para que podamos reconstruir la epopeya entera de la iglesia primitiva. Afortunadamente, ¡ahora podemos escuchar el otro lado de esa conversación! Aprender la historia de la iglesia primitiva es ser curado para siempre del enfoque de portapapeles de cortar y pegar del Nuevo Testamento. Conocer la historia dejará al descubierto los principios espirituales que están en Dios mismo y que son consistentes a lo largo de todo el Nuevo Testamento. Pasamos por alto estos principios consistentemente por la forma en que nos acercamos a la Biblia. Tampoco ayuda que nuestro Nuevo Testamento no esté en orden cronológico. Cuando usted conozca la historia, sus versículos deberán someterse a ella. Ya no podrá tomar un versículo fuera del contexto y decir: “Miren, debemos hacer esto”. Muchos de los versículos que los cristianos solemos extraer de la Biblia simplemente no cederán. Usted se encontrará acorralado porque, por primera vez, entenderá el cuadro completo. Desafío final Alguien dijo alguna vez: “Tal vez no haya nada peor que llegar al último peldaño de la escalera y descubrir que uno está apoyado en la pared equivocada”. Después de leer este libro, usted debería poder sentirse identificado con esta afirmación. En este sentido, quiero terminar con un desafío dirigido directamente al corazón. Usted ha aprendido que las prácticas de la iglesia que supuso silenciosamente que eran bíblicas carecen por completo de mérito escritural. Ha descubierto el origen de esas prácticas. Sabe que no se originaron en Dios, sino en hombres, generalmente paganos. Y sabe que obstaculizan la intención final de Dios para con su iglesia. También ha tomado conciencia de que usted ha estado perdidamente dependiente de esas tradiciones tenaces. Aun ha estado atrapado por ellas. Ante esta luz asombrosa, le hago esta pregunta sucinta: ¿Abandonará usted estas tradiciones? ¿O seguirá practicando lo que usted sabe se opone a las formas de Dios? ¿Ignorará despreocupadamente lo que ha leído en este libro relacionado con sus prácticas de iglesia? ¿O será fiel a los haces de luz absoluta dentro de usted y hará un corte completo con la tradición del hombre, a fin de seguir la plenitud de Cristo y su iglesia? Después de haber recibido la luz que se le ha brindado, ¿seguirá elevando sus invenciones religiosas por sobre la inspirada revelación de Dios? ¿O hará caso a la luz que está dentro de usted? Joseph Campbell es el autor de esta declaración. Siguiendo la misma idea, Artemus Ward ha dicho: “No son tanto las cosas que no sabemos que nos meten en problemas. Son las cosas que sabemos que no son tan así”. ¿Saldrá de la iglesia institucional que apoya prácticas que violan el Nuevo Testamento o “por causa de la tradición anulará usted la palabra de Dios”, tradiciones que siguen poniendo una gran piedra de molino alrededor del cuello de la iglesia de Jesucristo? ¿Seguirá sacrificando en la ciudad de Faraón? ¿O irá a la frontera, oteará la tierra y se aventurará? La historia muestra que, donde la conciencia y la tradición chocan, la mayoría del pueblo de Dios sigue la tradición. Ahora mismo, la pregunta planteada es... ¿Qué hará usted? ***** En los últimos 50 ó 100 años las investigaciones del Nuevo Testamento se han dedicado sostenidamente y exitosamente a la tarea de clarificar para nosotros lo que se conoció como la “Ecclesía” en el cristianismo primitivo, tan distinto de lo que hoy se denomina iglesia, tanto en el campo romano como protestante… Esta perspectiva –que un estudio desprejuiciado del Nuevo Testamento y la necesidad urgente de la iglesia nos han ayudado a alcanzar– se puede expresar de la siguiente forma: la “Ecclesía” del Nuevo Testamento, la comunión de Jesucristo, es una comunión pura de personas, y no tiene nada que ver con el carácter de una institución. Es, por lo tanto, erróneo identificar a cualquiera de las iglesias que se desarrollaron históricamente, todas marcadas por un carácter institucional, con la verdadera comunión cristiana. Emil Brunner Sobre esto último no he comentado nada porque, particularmente, no comparto algunas expresiones de Frank, lo cual no significa, obviamente, que él sea quien está equivocado. Puedo estarlo yo, seguramente, o quizás podamos estarlo los dos. Respecto al estudio de la Biblia, entiendo que es bueno y lo práctico, pero dejo un espacio que para nada es pequeño, para que el Espíritu Santo me revele lo nuevo que yo no puedo ni estimar ni ver en un estudio clásico y corriente que hago estrictametne a partir de mi entendimiento mental. Creo que la Biblia es un compendio de relatos literales con trasfondos y contenidos históricos, sociales, políticos, militares, religiosos y económicos, que encierran profundos secretos o misterios espirituales que sólo pueden ser vistos a la luz de la revelación del Espíritu. Lo primero, cualquiera puede leer y entender; lo segundo, sólo los ungidos del Señor. Respecto a las iglesias en las casas, no tengo nada en contra de ellas y las respeto en su contenido espiritual más que visual o externo. Sin embargo, tengo la certeza íntima que “lo nuevo” que Dios va a enviar no es exactamente eso, sino algo que ninguno de nosotros ha podido anticipar. De todos modos, y mientras llega ese momento, los creyentes debremos sobrevivir ministrándonos unos a otros en el amor de Cristo, cuidándonos mucho de no retornar a más de lo mismo procurando, algunos de nosotros, ministrar a los muchos. A esa película ya la vimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario