sábado, 22 de septiembre de 2012

Cristianismo Pagano/Frank Viola/Comentarios Nestor Martinez

Cristianismo Pagano Los orígenes de las prácticas de la iglesia contemporánea Frank Viola Traducido por Alejandro Field Este libro que he preparado para compartir, pero que luego deberías conseguir en su estado original y volver a leer sin influencia mía, es el libro que yo hubiese escrito a continuación de mi “La Vida Fuera de los Templos”. Frank da a conocer en su contenido una serie de elementos, producto de su investigación y ensamble, que si aquellos productos de mi página te habían tranquilizado por haber huido de las babilonias estructurales disfrazadas de iglesias, éste va a confirmar, respaldar y concluir con tus lógicos temores y dudas. Tal como es el estilo de esta ventana, en letra común y de color negro, tienes el texto básico, original y propio de Frank Viola, al cual deberás respetar y entender como producto de un trabajo serio y sin resentimientos. En letra roja, (Este color), están mis acotaciones, las cuales puedes tener en cuenta o no, pero que están aquí porque no pude resistir añadirlas, como prueba inequívoca de un “¡Aleluya!” o un fuerte “¡Amén!” de iglesia ante cada expresión comentada. A mis hermanos y hermanas olvidados que a lo largo de los siglos salieron valientemente fuera de los límites seguros del cristianismo institucional, arriesgándolo todo. Ustedes llevaron la antorcha, soportaron la persecución, renunciaron a la reputación, perdieron su familia, sufrieron la tortura y derramaron su sangre fielmente para preservar el testimonio primitivo de que Jesucristo es Cabeza de su Iglesia. Y que cada creyente es un sacerdote... un ministro... y un miembro en funcionamiento de la casa de Dios. Este libro está dedicado a ustedes. ÍNDICE Prólogo Reconocimientos Prefacio Introducción: ¿Hemos estado haciendo las cosas según el libro realmente? 1. El orden del culto 2. El sermón 3. El edificio de iglesia 4. El Pastor 5. La vestimenta del domingo a la mañana 6. Los ministros de música 7. Diezmos y salarios del clero 8. El bautismo y la Cena del Señor 9. La educación cristiana 10. Una segunda mirada al Salvador 11. Un nuevo enfoque del Nuevo Testamento Apéndice: Un resumen de los orígenes PRÓLOGO Este libro debió haber sido escrito hace trescientos años. De haber sido así, la historia cristiana hubiera tomado un rumbo completamente diferente. Si todos los pastores del mundo leyeran este libro hoy, harían una de dos cosas: dejarían el ministerio mañana o vivirían una vida de hipocresía. La mayoría de las prácticas de nuestra fe cristiana no tienen absolutamente nada que ver con el Nuevo Testamento. Prácticamente todo lo que hacemos hoy como cristianos nos llegó por casualidad. Casi todas nuestras principales prácticas nos llegaron dentro de los cincuenta años posteriores al emperador Constantino (324 d.C.) o cincuenta años después del comienzo de la Reforma (1517 d.C.). El Sr. Viola nos ha prestado un gran servicio al rastrear el origen de todo lo que practicamos los protestantes. Lo único que lamento es que este libro será solo uno entre 100.000 libros cristianos que aparecerán el año de su publicación. Trescientos años atrás, o aún doscientos, Cristianismo Pagano hubiera sido uno entre sólo unos pocos cientos de libros y, por lo tanto, habría sido leído por una gran porción de cristianos. Usted puede ayudar a remediar esto contando a todos sus amigos acerca de este libro. A propósito, usted también enfrentará una crisis de conciencia después de leer este libro. Se enterará de los orígenes paganos y no bíblicos de todo lo que hacemos hoy. Jamás podrá volver a decir: “Estamos centrados en la Biblia. Hacemos todo basándonos en el Nuevo Testamento”. Prácticamente no hacemos nada que está en el Nuevo Testamento, como verá. Pero hay una tragedia mayor aquí. Tomamos el Nuevo Testamento y lo torcemos, haciendo que avale lo que hacemos hoy. Esta forma de pensar –que es universal– esta mentalidad compartida tanto por laicos como por el clero, esta forma de pensar ha destruido la fe cristiana, y la sigue destruyendo. Esto nos deja en una situación hoy donde no tenemos absolutamente ninguna idea de cómo deberíamos practicar nuestra fe. ¿Qué se necesita? Con relación a la práctica actual de nuestra fe, necesitamos empezar de nuevo completamente, desde el fundamento hacia arriba, dejando a un lado todo lo que practicamos hoy. En segundo lugar, necesitamos conocer la historia del primer siglo, y después seguirla en nuestras propias prácticas. Permítame animarle otra vez a no solamente leer este libro, sino a decir a todos los demás cristianos conocidos que lo lean también. ¿Y después? Siga su conciencia. Hágalo y veremos un resurgimiento de esas prácticas sencillas y primitivas del primer siglo. Gene Edwards Jacksonville, Florida La experiencia ofrece pruebas dolorosas de que las tradiciones alguna vez creadas primero son consideradas útiles, luego se vuelven necesarias. Finalmente, con demasiada frecuencia se convierten en ídolos, y todos deben inclinarse ante ellas para no ser castigados. J. C. Ryle Reconocimientos Las ideas importantes son primeramente ridiculizadas, luego atacadas y finalmente se dan por sentadas. Schopenhauer Poco tiempo después de dejar el sistema religioso, traté de comprender cómo la iglesia cristiana terminó en su estado actual. Por años, traté de obtener un libro documentado que analizara el origen de todas las prácticas no bíblicas que los cristianos observamos cada semana. Busqué en decenas de bibliografías y ficheros. También contacté a una gran cantidad de historiadores y eruditos, preguntándoles si sabían de un trabajo de este tipo. Mi búsqueda produjo una respuesta consistente: No se ha sido escrito un libro así jamás. Entonces, en un arrebato de locura, decidí poner mi propia mano en este arado. No me avergüenza confesar que hubiera querido que otro se encargara de este proyecto abrumador. ¡Alguien como un profesor sin hijos y sin un trabajo de día! Me hubiera ahorrado innumerables horas de trabajo meticuloso y mucha frustración. Sin embargo, ahora que el trabajo está completo, me alegra haber tenido el privilegio de abrir una nueva senda en esta área demasiado descuidada. Hay quienes podrán preguntarse por qué consideré que valía la pena gastar tanto sudor y sangre para documentar el origen de las prácticas de nuestra iglesia contemporánea. Es bastante sencillo. Comprender el origen de nuestras tradiciones eclesiásticas bien podría cambiar el rumbo de la historia de la iglesia. Como dijo el filósofo Soren Kierkegaard una vez, “La vida se vive hacia adelante, pero se comprende hacia atrás”. Si no entendemos los errores del pasado, estamos condenados a un futuro defectuoso. Por esta razón di los primeros pasos en este proyecto hercúleo. Mi deseo, al publicar esta obra, es tan sencillo como serio: Que el Señor la use como una herramienta para llevar a su iglesia de vuelta a sus raíces originales. Entretanto, me gustaría hacer los siguientes reconocimientos: A Gene Edwards, por abrir la senda. Sin tus esfuerzos pioneros y tu aliento personal, no la habría podido ensanchar. A Frank Valdez, por tu aguda perspicacia y tu amistad inconmovible. A Neil Carter, por tu tenacidad dispuesta a ayudarme a investigar todo. Gracias también por las horas que dedicaste a revisar el manuscrito. A Howard Zinder, por aquellas invalorables opiniones que sólo pueden dar los eruditos. La única obra que pude encontrar que analiza los orígenes de las prácticas de la iglesia moderna fue el pequeño libro de Gene Edwards, Beyond Radical (Jacksonville: Seedsowers, 1999). Si bien es un libro fantástico, no está documentado ni contiene notas al pie. A Chris Lee y Adam Parke, por hacer repetidos viajes a la biblioteca y llevar un sinnúmero de libros polvorientos a mí estudio. A Dave Norrington, por sus correos electrónicos periódicos con valiosas pistas desde el otro lado del Atlántico. A Mike Biggerstaff, Dan Merillat, Phil Warmanen, Eric Rapp y Scott Manning, por su ayuda en la edición. A los profesores de seminarios –demasiados como para mencionar individualmente– por responder amablemente a mis interminables y persistentes consultas. Quienes no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo. George Santayana Prefacio ¿Y por qué ustedes quebrantan el mandamiento de Dios a causa de la tradición? Jesucristo Cuando el Señor Jesús anduvo por esta tierra, su oposición principal vino de los dos partidos religiosos más importantes de ese tiempo: los fariseos y los saduceos. Los del partido fariseo agregaban cosas a las Sagradas Escrituras. Adosaban a la Palabra de Dios una gran cantidad de leyes humanas que se transmitían a las generaciones siguientes. Este cuerpo de costumbres consagradas por el tiempo, a menudo denominadas “las tradiciones de los ancianos”, llegó a ser considerado en el mismo nivel que las Sagradas Escrituras. El error de los saduceos iba en la dirección contraria. Ellos quitaban segmentos completos de las Escrituras, y sólo consideraban que la Ley de Moisés merecía ser observada. (Los saduceos negaban la existencia de espíritus, ángeles, el alma, la vida después de la muerte y la resurrección.). El efecto neto fue que cuando el Señor Jesús entró en el escenario de la historia humana, su autoridad fue cuestionada severamente. La razón era sencilla. No encajaba en el molde religioso de ninguno de los dos campos. Ambos partidos, los fariseos y los saduceos, desconfiaban de Jesús. No tardó mucho para que esta desconfianza se convirtiera en hostilidad. Y ambos, fariseos y saduceos, ¡tomaron medidas para matar al Hijo de Dios! Vivimos en un tiempo en que la historia se está repitiendo. El cristianismo contemporáneo ha caído en los errores de los fariseos así como de los saduceos. Siguiendo la tradición de los saduceos, el grueso de las prácticas del primer siglo ha sido quitado del paisaje cristiano. Mi libro, Reconsiderando el odre, desentierra algunas de las prácticas olvidadas que caracterizaban la vida de la iglesia del primer siglo. Pero el cristianismo moderno también es culpable del error de los fariseos. Es decir, ha agregado un montón de tradiciones hechas por hombres que han suprimido el señorío vivo, palpitante y funcional de Jesucristo en su iglesia. Con todo, tanto los fariseos como los saduceos nos enseñan esta lección muchas veces olvidada: es tan dañino diluir la autoridad de la Palabra de Dios por agregados como por supresiones. Quebrantamos las Escrituras por igual cuando las enterramos bajo una montaña de tradiciones humanas como cuando ignoramos sus principios. Estas prácticas están siendo restauradas actualmente en pequeña escala por aquellos osados que han dado el paso aterrador de dejar el campo seguro del cristianismo institucional. Este libro está dedicado a exponer las tradiciones que han sido adosadas a la forma de Dios para su Iglesia. Al hacerlo, propone algo tremendo: ¡la iglesia institucional contemporánea no tiene derecho bíblico ni histórico de existir! Cualquiera de nosotros que se atreviera a decir esta enorme verdad en voz alta en nuestra sociedad religiosa, sería considerado de inmediato anatema, blasfemo y hereje. No dejaría de ser verdad, claro, pero sólo accederían a ella los que la buscan, tal como Pablo se lo profetiza a los Tesalonicenses. Los demás, tranquilos viviendo bajo el espíritu de engaño. Esta no es una obra para eruditos, así que dista de ser exhaustiva. Un tratamiento exhaustivo de los orígenes de las prácticas de nuestra iglesia contemporánea llenaría varios volúmenes. Pero pocos lo leerían. Si bien este es un solo volumen, comprime una gran cantidad de historia en un pequeño espacio. En realidad, ¡Podría decirse que el contenido de estas páginas es el resumen de toda una biblioteca! El libro no sigue cada recodo histórico. Más bien, se centra en analizar las prácticas centrales que definen el cristianismo dominante hoy. Dado que es tan importante comprender las raíces de las prácticas de nuestra iglesia contemporánea, quisiera que todos los cristianos leyeran esta obra. Así que me propuse no emplear un lenguaje técnico, sino usar palabras de todos los días. A la vez, cada capítulo está generosamente salpicado con notas al pie que contienen detalles y fuentes adicionales. (¡No quiero que mis lectores piensen que estoy inventando cosas o construyendo castillos en el aire!)(Esto fue sacado de este trabajo con la finalidad de darle agilidad, pero puedes encontrarlo y acceder a él procurando conseguir el libro original) Los cristianos reflexivos que desean verificar mis afirmaciones y obtener una comprensión más profunda de los temas cubiertos deberían leer las notas al pie. Los que no se preocupan por tales cosas deberían ignorarlas. Finalmente, este libro puede colocarse junto a mi primer libro, Reconsiderando el odre: La práctica de la iglesia neo testamentaria. Ambos libros muestran dos caras de la misma moneda. Reconsiderando el odre demuestra indiscutiblemente que quienes han dejado el redil del cristianismo institucional tienen derecho bíblico a existir. El libro que usted tiene en sus manos da vuelta esa moneda y muestra que también tienen derecho histórico a existir. Frank Viola Brandon, Florida Diciembre de 2002 Este libro se centra en las prácticas cristianas protestantes. Y su alcance principal es la “iglesia baja” del protestantismo antes que las denominaciones de la “iglesia alta”, como la anglicana, episcopal y algunas versiones de los luteranos. Se tocan las prácticas católicas y de la “iglesia alta” solamente al pasar. Como dijo Bacon una vez: “No son las obras de San Agustín ni de San Ambrosio que harán sabio a un santo tanto como la historia eclesiástica leída y examinada meticulosamente”. “¡Pero el Emperador no lleva nada puesto!”, dijo un niñito. “¡Escuchen la voz de la inocencia!”, exclamó el padre; y lo que dijo el niñito se fue repitiendo de oído en oído. “¡Pero no lleva nada puesto!”, gritó finalmente todo el pueblo. El Emperador estaba contrariado, porque sabía que el pueblo tenía razón, pero pensó: “¡La procesión debe continuar ahora!”. Y los ayudas de cámara hicieron esfuerzos todavía mayores para sostener la cola, si bien en realidad no había ninguna cola para sostener. Hans Christian Andersen Introducción ¿Hemos Estado Haciendo las Cosas Según el Libro Realmente? La vida no examinada no vale la pena ser vivida. Sócrates ¡Nosotros hacemos todo según la Palabra de Dios! ¡El Nuevo Testamento es nuestra guía de fe y práctica! ¡Vivimos... y morimos... por este Libro! Las palabras tronaban de la boca del pastor Farías en su sermón del domingo a la mañana. El Sr. Wilfredo Sinibaldo, un miembro de la iglesia del pastor Farías, las había escuchado decenas de veces antes. Pero esta vez era diferente. Vestido con su traje azul, sentado rígidamente en el último banco con su esposa, Trifosa Sinibaldo, Wilfredo contemplaba el techo mientras el pastor hablaba y hablaba acerca de “hacer todo según el Libro sagrado”. Una hora antes de empezar su sermón el pastor, Wilfredo había tenido una fuerte pelea con Trifosa. Esto era frecuente cuando Wilfredo, Trifosa y sus tres hijas, Felicia, Gertrudis y Zanobia, se preparaban para ir a la iglesia los domingos a la mañana. Su mente empezó a revivir el evento... “¡Trifosaaa! ¿Por qué no están listas las niñas? ¡Siempre llegamos tarde! ¿Por qué nunca las puedes alistar a tiempo?”, espetó Wilfredo. La respuesta de Trifosa era típica. “¡Si alguna vez se te ocurriera ayudarme, esto no sucedería siempre! ¿Por qué no empiezas por darme una mano en esta casa?”. La discusión fue de un lado a otro hasta que Wilfredo se volvió contra las niñas: “¡Zanobia Sinibaldo!... ¿Por qué no puedes respetarnos lo suficiente como para estar lista a tiempo?... Felicia, ¿Cuántas veces debo decirte que apagues tu Play Station antes de las 9?”. A menudo una o más de las tres niñas se ponían a llorar a medida que aumentaban las recriminaciones. Vestidos con su mejor ropa de domingo, la familia Sinibaldo se dirigió a la iglesia a una velocidad suicida. (Wilfredo odiaba llegar tarde y había recibido tres multas por exceso de velocidad el año pasado, ¡Todas el domingo a la mañana!) Mientras se acercaban a toda velocidad al edificio de la iglesia, el silencio en el coche era ensordecedor. Wilfredo estaba furioso. Trifosa estaba de mal humor. Con las cabezas gachas, las tres niñas Sinibaldo intentaban preparar sus mentes para algo que detestaban: ¡Soportar otra aburrida hora de escuela dominical! (Por mucho menos que esto, hoy te dirían que estás endemoniado) Cuando llegaron al estacionamiento de la iglesia, Wilfredo y Trifosa bajaron del coche elegantemente, luciendo grandes sonrisas. (Dime la verdad: ¿Cuántas veces has visto esas mismas sonrisas que parecen extraídas de una promoción televisiva de pasta dentífrica?) Tomados del brazo, saludaron a otros miembros de la iglesia, riéndose y haciendo de cuenta que todo estaba bien. Felicia, Gertrudis y Zanobia siguieron a sus padres con sus cabezas erguidas. Estos eran los recuerdos frescos pero dolorosos que recorrían la mente de Wilfredo aquel domingo a la mañana mientras el pastor Farías seguía con su sermón. Absorto en sus críticas, Wilfredo empezó a hacerse algunas preguntas penetrantes: “¿Por qué estoy todo emperifollado dando la apariencia de ser un buen cristiano cuando actué como un pagano sólo una hora atrás?... Me pregunto ¿Cuántas otras familias han tenido la misma penosa experiencia esta mañana? Sin embargo, lucimos todos bien perfumados y arreglados en la presencia de Dios”. Este tipo de preguntas nunca antes habían entrado en la conciencia de Wilfredo. Mientras echaba una ojeada a la esposa y los hijos del pastor Farías, sentados primorosamente en el primer banco, Wilfredo fantaseó: “Me pregunto si el pastor Farías le gritó a su esposa y a sus hijos esta mañana... Hmmmm...” La mente de Wilfredo seguía discurriendo en este sentido mientras veía al pastor golpear el púlpito y levantar la Biblia con su mano derecha. Su fogoso discurso continuaba así: “¡Nosotros en la Primera Iglesia de la Comunidad Bíblica del Nuevo Testamento hacemos todo según este libro! ¡TODO! ¡Esta es la Palabra de Dios, y no podemos desviarnos de ella... ni un solo milímetro!”. Mientras los gritos salían de los labios del pastor Farías, Wilfredo tuvo repentinamente un pensamiento que nunca antes se le había ocurrido: “Yo no recuerdo haber leído en la Biblia que los cristianos deben arreglarse para ir a la iglesia. ¿Es esto algo según el Libro?”. Este solitario pensamiento desató un torrente de otras preguntas punzantes. Mientras decenas de personas sentadas rígidamente en sus bancos cubrían su horizonte, la mente de Wilfredo se veía inundada por estas preguntas. Preguntas que se supone que ningún cristiano debe hacerse. Por ejemplo: “¿Será estar sentado en un banco sin almohadón, viendo las nucas de cinco filas de asientos durante cuarenta y cinco minutos, hacer las cosas según el Libro? ¿Por qué gastamos toda esta plata para mantener este edificio, cuando estamos aquí solamente unas pocas horas dos veces a la semana? ¿Por qué la mitad de la congregación apenas puede permanecer despierta cuando predica el pastor Farías? (Por esa misma pregunta, a alguien que conozco le respondieron que era porque el diablo les enviaba un espíritu de sueño…) ¿Por qué odian mis hijas la escuela dominical? ¿Por qué pasamos por este mismo previsible y aburrido ritual cada domingo a la mañana? ¿Por qué voy a la iglesia cuando me muero de aburrimiento y no me aporta nada espiritualmente? ¿Por qué me pongo esta corbata incómoda cada domingo a la mañana cuando todo lo que parece lograr es cortar la circulación de la sangre a mi cerebro?”. Wilfredo luchaba en su interior mientras las preguntas seguían entrando en su mente. Le parecía impuro y sacrílego pensar en estas cosas. Sin embargo, algo estaba pasando dentro de él que le obligó a dudar de toda su experiencia eclesiástica. Estos pensamientos habían estado latentes en su subconsciente durante años. Hoy habían aflorado. Es interesante que las preguntas que Wilfredo tenía ese día son preguntas que prácticamente nunca entran en el pensamiento consciente de la mayoría de los cristianos. Esos pliegues simplemente no aparecen en nuestros cerebros. Sin embargo, lo que realmente había pasado era que los ojos de Winchester se habían abiertos. Por asombroso que pueda parecer, casi todo lo que se hace en nuestras iglesias contemporáneas no tiene base bíblica. Mientras los pastores rugen desde sus púlpitos diciendo que son “bíblicos” y siguen la “pura Palabra de Dios”, sus palabras los traicionan. Es alarmante que muy poco de lo que se observa hoy en el cristianismo contemporáneo se relaciona con algo que se encuentre en la iglesia del primer siglo. Preguntas que nunca se nos ocurre preguntar. Sócrates (470-399 a.C.) es considerado por algunos historiadores como el padre de la filosofía. Nacido y criado en Atenas, acostumbraba recorrer la ciudad haciendo preguntas y analizando asuntos implacablemente. Sócrates cuestionaba audazmente las creencias populares de su tiempo. Él pensaba libremente sobre asuntos que los demás atenienses consideraban que estaban cerrados a la discusión. Su hábito de acosar a las personas con preguntas penetrantes y acorralarlas en diálogos críticos acerca de las costumbres que aceptaban terminó por llevarlo a la muerte. Su incesante cuestionamiento de tradiciones fuertemente arraigadas hizo que los líderes atenienses lo acusaran de “corromper a la juventud”. Como resultado, le quitaron la vida. Los demás atenienses recibieron un mensaje claro: ¡Todos los que cuestionen las costumbres establecidas correrán el mismo destino! De allí el refrán popular que dice: “Sócrates era un filósofo griego que andaba dando consejos por allí; los griegos lo mataron”. Lo vi escrito en un pequeño letrero en el escritorio de un jefe que tuve en una empresa donde trabajé por muchos años. Sócrates no fue el único filósofo en sufrir fuertes represalias por su anticonformismo: Aristóteles fue exiliado, Spinoza fue excomulgado y Bruno fue quemado vivo, sin mencionar a los miles de cristianos que fueron torturados y martirizados por la iglesia institucional porque osaron cuestionar sus enseñanzas. Como cristianos, nuestros líderes nos enseñan a creer ciertas ideas y comportarnos de ciertas maneras. Sí, tenemos la Biblia. Pero estamos condicionados a leerla con la lente que nos entrega la tradición cristiana a la cual pertenecemos. Se nos enseña a obedecer a nuestra denominación (o movimiento) y jamás cuestionar lo que enseña. (En este momento, todos los corazones rebeldes están aplaudiendo y están tramando usar los párrafos anteriores para causar estragos en sus iglesias. Si usted es una de estas personas, querido corazón rebelde, está muy lejos de entenderme. No estoy de su lado. Mi consejo: deje su iglesia calladamente, rehusando causar divisiones, o quédese en paz con ella. Hay una enorme diferencia entre la rebelión y asumir una postura a favor de la verdad.) Coincido total y absolutamente. Eso es exactamente lo que hicimos en el primer día del año 2001 con mi familia, en obediencia a una palabra recibida en oración para nuestra salida: “En silencio y en orden”. Amén. A decir verdad, aparentemente los cristianos nunca nos preguntamos por qué hacemos lo que hacemos. En cambio, seguimos cumpliendo alegremente nuestras tradiciones religiosas, sin preguntarnos de dónde surgieron. La mayoría de los cristianos que dicen defender la integridad de la Palabra de Dios nunca han investigado para ver si las cosas que hacen domingo tras domingo cuentan con algún fundamento bíblico. ¿Cómo lo sé? Porque, si lo hicieran, los llevaría a algunas conclusiones muy perturbadoras, conclusiones que los obligaría por conciencia a abandonar para siempre lo que están haciendo. Es llamativo que el pensamiento y la práctica de la iglesia contemporánea han sido influidos mucho más por sucesos históricos postbíblicos que por los imperativos y ejemplos del Nuevo Testamento. Sin embargo, la mayoría de los cristianos no son conscientes de esta influencia. Tampoco son conscientes de que esto ha creado un cúmulo de caras tradiciones. Sócrates creía que la verdad se encuentra dialogando extensamente acerca de un asunto y cuestionándolo implacablemente. Este método se conoce como dialéctica o “método socrático”. Una invitación aterradora Ahora le invito a caminar conmigo por un sendero inexplorado. Es un viaje aterrador donde usted se verá forzado a hacer preguntas que probablemente nunca han entrado en su pensamiento consciente. Preguntas duras. Preguntas irritantes. Aun preguntas que dan miedo. Y usted se verá confrontado de lleno con las respuestas perturbadoras. Sin embargo, estas respuestas lo llevarán cara a cara ante algunas de las cosas más ricas que un cristiano puede conocer. Al leer las páginas que siguen, quedará pasmado al enterarse de que lo que hacemos los cristianos en la iglesia los domingos a la mañana no provino de Jesucristo, los apóstoles o la Biblia. Tampoco vino del judaísmo. Es perturbador saber que la mayoría de lo que pasa por “iglesia” fue tomado directamente de la cultura pagana del período pos apostólico. Para ser más específico, el grueso de nuestras prácticas eclesiásticas se originaron durante tres períodos: (1) La primera era posterior a Constantino (324-600), (2) la era de la Reforma (siglo XVI) y (3) la era avivamentista (siglos XVIII y XIX). Cada capítulo recorrerá una práctica eclesiástica tradicional aceptada. Luego contará la historia de dónde surgió esta práctica. Pero lo más importante es que explicará cómo esta práctica restringe el señorío funcional de Jesucristo y obstaculiza el funcionamiento de su Cuerpo. Si usted no está dispuesto a que su cristianismo sea examinado seriamente, no siga leyendo. ¡Regale el libro a una entidad de beneficencia! Ahórrese el trabajo de que su vida cristiana sea trastornada. Después que los romanos destruyeran Jerusalén en el año 70 d.C., el cristianismo judaico declinó en número y poder. El cristianismo gentil predominó y la nueva fe comenzó a absorber la filosofía y los rituales grecorromanos. El cristianismo judaico sobrevivió durante cinco siglos en el pequeño grupo de cristianos siríacos llamados Ebionim. Pero su influencia no fue muy generalizada. Will Durant, Caesar to Christ (New York: Simon & Schuster, 1950), p. 577. Según Shirley J Case, “No solo fue el ambiente social del movimiento cristiano principalmente gentil mucho antes del fin del primer siglo, sino que este había cortado prácticamente todas las relaciones de contacto social anteriores con los cristianos judíos de Palestina… “Pos apostólico” quiere decir después de la muerte de los doce apóstoles. La leyenda dice que el último apóstol sobreviviente, Juan, murió alrededor del año 100 d.C. Según Paul F. Bradshaw, el cristianismo del cuarto siglo “absorbió y cristianizó ideas y prácticas religiosas paganas, viéndose a sí mismo como el cumplimiento al cual las religiones anteriores habían apuntado vagamente”. Sin embargo, si usted opta por “tomar la pastilla roja” y quiere que le muestren “la profundidad de la conejera”… si usted quiere conocer la verdadera historia de los orígenes de sus prácticas cristianas... si está dispuesto a descorrer el velo de la iglesia contemporánea y que sus presuposiciones tradicionales sea cuestionadas despiadadamente... entonces encontrará que este es un trabajo perturbador, iluminador y que posiblemente transforme su vida. Dicho de otra forma, si usted es un cristiano de la iglesia institucional que toma en serio su Nuevo Testamento, lo que está a punto de leer lo llevará a tener una crisis de conciencia. Porque se verá confrontado con información histórica inconmovible. Por otro lado, si usted es acaso una de esas especies raras que se congrega con otros cristianos fuera de los límites del cristianismo organizado, volverá a descubrir que no solamente están de su lado las Escrituras, sino que la historia también lo apoya. Una cita tomada de la exitosa y muy provocadora película The Matrix. En la película, Morfeo le da al Sr. Anderson la opción de vivir en un mundo de ensueño engañoso o comprender la realidad. Sus palabras son aplicables al tema en cuestión: “Después de esto, no hay retorno. Usted toma la pastilla azul, la historia termina, usted se despierta en su cama, y creerá lo que quiera creer. Usted toma la pastilla roja... y yo le muestro la profundidad de la conejera”. ¡Espero que todo el pueblo de Dios quiera tomar la pastilla roja! El Sendero Torcido Un día, por el bosque primitivo Caminaba un ternero a su destino Trazando un sendero torcido Como lo hace todo perdido. Trescientos años han pasado Y el ternero habrá expirado Pero aun el sendero ha quedado Dejando un mensaje grabado. Al día siguiente lo recorrió Un perro extraviado que lo usó Luego pasó un buen día Inteligente, una oveja guía Con el rebaño que conducía Siguiéndola como correspondía. Y desde entonces, con todo rigor En el bosque el sendero se afirmó Y muchos hombres lo transitaron Dando vueltas, giros y meandros Pronunciando maldiciones Por tantas circunvalaciones Pero igualmente persistieron. En aquel desconcierto del ternero Por esta retorcida senda Que trazó aquella vez primera. El sendero se convirtió en camino Girando y doblando sobre sí mismo. Y luego éste en estrada Por donde caballos con sus cargas Trabajosamente transitaban Durante horas, días y semanas Y así durante siglo y medio El camino del ternero recorrieron. Pasaron los años a todo vuelo La estrada fue calle de pueblo Y pronto, sin pestañar En poblada calle de una ciudad Más tarde, en calle peatonal De una gigantesca ciudad. Y los hombres por dos siglos y medio Han recorrido los pasos del ternero. Cada día cien mil almas Esa calle transitaban Y por allí constantemente El tráfico de un continente. Cien mil hombres conducidos Por un ternero muerto tres siglos El camino torcido seguían Perdiendo cien años al día Pues tal es la reverencia A la establecida herencia. Una lección moral podría enseñar Si fuera llamado a predicar Pues los hombres tienden a cegarse A los senderos de terneros mentales Y trabajar de sol a sol Para hacer lo que han hecho otros Siguen el camino trillado Ida y vuelta, de lado a lado. Y aún su curso tortuoso recorren Por seguir el rumbo de anteriores Convirtiéndolo en sagrado surco Por donde llevan su futuro Pero ¡cómo ríen los dioses viejos Que vieron al primer ternero! Ah, muchas cosas enseña esta situación Pero no es la predicación mi vocación. Sam Walter Foss Traducido por Alejandro Field

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