sábado, 22 de septiembre de 2012
CAPÍTULO 6 "Cristianismo Pagano"
CAPÍTULO 6
Ministros de Música: Clero de Segundo Nivel
No podemos evitar llevar nuestra cultura a la iglesia con nosotros; es parte misma de nuestro ser. Pero, a la luz de la tradición, necesitamos individualizar aquellas influencias culturales que contribuyen a la integridad del culto cristiano de las que atentan contra ella.
Frank C. Senn
Entre a cualquier iglesia moderna y la liturgia casi siempre empieza con el canto de himnos, coros o cantos de alabanza y adoración. No hay excepciones. En cada caso, habrá una persona (o un equipo de personas) que dirige y controla el canto. En las iglesias más tradicionales, será el “director del coro” o el “ministro de música”. Podría ser hasta el coro mismo. En las iglesias más contemporáneas, será el “líder de adoración” o el “equipo de alabanza y adoración”. (Un predicador que conozco, famoso por no buscar simpatías ministeriales, llamó a esto “los porristas cristianos”)
Los que “dirigen la adoración” seleccionan las canciones que se van a cantar camino al sermón sagrado. Ellos las inician. Deciden cómo deben cantarse. Y deciden cuándo se han terminado. El pueblo de Dios no dirige el canto de ninguna forma concebible. Más bien, es dirigido por alguien que suele formar parte del cuerpo clerical, o que recibe un honor similar.
Esto contrasta fuertemente con la forma del primer siglo. En la iglesia primitiva, la adoración y la música estaban en manos del pueblo de Dios. La iglesia misma dirigía sus propias canciones. El cantar y dirigir los cantos era un asunto corporativo, no un evento profesional dirigido por especialistas.
El origen del coro
Todo esto empezó a cambiar con la llegada del coro cristiano, cuyo origen se remonta al cuarto siglo. Poco después del Edicto de Milán (313 d.C.), la persecución de los cristianos cesó. Bajo el reinado de Constantino, se desarrollaron y entrenaron coros para ayudar en la celebración de la Eucaristía.
La práctica fue tomada de la costumbre romana, que comenzaba sus ceremonias imperiales con música procesional. Se crearon escuelas especiales y se les otorgó a los cantantes de los coros la condición de clero de segundo nivel.
Las raíces del coro se encuentran en los templos paganos griegos y los dramas griegos. Will Durant lo expresó de forma muy clara: “En la Edad Media, como en la antigua Grecia, la principal fuente del drama era la liturgia religiosa.
La misa misma era un espectáculo dramático; el santuario era un escenario sagrado; los celebrantes usaban vestiduras simbólicas; el sacerdote y sus acólitos participaban en diálogos; y las respuestas antifonales entre el sacerdote y el coro, y entre el coro y el coro, sugerían precisamente esa misma evolución del drama desde el diálogo que había generado la sagrada representación teatral dionisiana”.
Con la llegada del coro a la iglesia cristiana, el canto pasó de las manos del pueblo de Dios al personal clerical, compuesto por cantantes entrenados. Este cambio se debió en parte al hecho de que se difundían doctrinas heréticas a través del canto de himnos. El clero sentía que, si el canto de los himnos estaba bajo su control, limitaría la difusión de las herejías. Pero estaba arraigado también en el poder cada vez mayor del clero como los principales ejecutantes del drama cristiano.
Para el año 367 d.C., el canto congregacional fue desterrado por completo. Fue reemplazado por los coros entrenados. Así nació el cantante profesional entrenado en la iglesia. El canto en el culto cristiano estaba ahora bajo el dominio del clero y el coro.
Se acredita a Ambrosio (339-397) la creación de los primeros himnos postapostólicos. Estos himnos seguían el modelo de los antiguos modos griegos y tenían nombres griegos. Ambrosio también creó una colección de cánticos litúrgicos que aún se usan hoy en algunas iglesias católicas.
El cántico litúrgico es el descendiente directo del cántico pagano romano, que se remonta a las antiguas ciudades de Sumeria. Los coros papales empezaron en el quinto siglo. Cuando Gregorio Magno llegó a ser Papa al final del sexto siglo, reorganizó la Schola Cantorum (escuela de canto) en Roma. (Esta escuela fue fundada por el Papa Silvestre, que murió en 335).
Con esta escuela, Gregorio estableció cantantes profesionales que entrenaban coros cristianos en todo el Imperio Romano. Los cantantes se entrenaban durante nueve años. Debían memorizar cada canto que cantaban, incluyendo el famoso “canto gregoriano”. Gregorio eliminó los últimos vestigios del canto congregacional, ya que consideraba que era el derecho exclusivo de los cantantes entrenados. Creía que el canto era una función clerical.
Los coros entrenados, los cantantes entrenados y el fin del canto congregacional reflejaban, todos, la mentalidad cultural de los griegos. Esta cultura, de forma similar a la oratoria (el discurso profesional), estaba basada en una dinámica de público–intérprete. Trágicamente, ¡esta característica fue tomada de los templos de Diana y los dramas griegos y llevada directamente a la iglesia cristiana! La congregación del pueblo de Dios se convirtió en espectadores, ¡no solamente en el ministerio hablado, sino en el canto también!
Lamentablemente, el espíritu de espectador de los griegos aún vive en la iglesia contemporánea. Los coros de niños se remontan a los días de Constantino. La mayoría de ellos fueron creados de orfanatos. Los coros de niños permanecieron en la iglesia durante varios cientos de años después de su fundación.
El Coro de Niños de Viena, por ejemplo, fue fundado en Viena, Austria en 1498. El coro cantaba exclusivamente para la corte, en la misa, en conciertos privados y eventos de estado. Un hecho poco conocido es que los coros de niños se originaron entre los paganos. Los paganos creían que las voces de los niños poseían características especiales.
Cortejos fúnebres
Durante los días de Constantino, las prácticas de los esponsales romanos y los cortejos fúnebres fueron adaptadas y transformadas en “bodas” y “funerales” cristianos. Ambos fueron adoptados de la práctica pagana. Como dijo un erudito: “El culto pagano a los muertos era una parte demasiado importante de la vida previa de muchos cristianos, anteriormente paganos, como para que pudieran reemplazar los cantos y la música fúnebre paganos con la salmodia”.
El denominado canto fúnebre que observan y aceptan los cristianos también tuvo su origen en el paganismo. Fue traído a la iglesia cristiana a principios del tercer siglo. Tertuliano se opuso a los cortejos fúnebres cristianos simplemente porque tenían un origen pagano.
No sólo el cortejo fúnebre surgió del paganismo. También la oración fúnebre. Era una práctica habitual de los paganos en el Imperio Romano contratar a uno de los profesores elocuentes del pueblo para que hablara en el funeral de un ser querido. El orador seguía un pequeño manual para tales ocasiones.
Era habitual que fuera aumentando la intensidad hasta llegar a decir del fallecido, en un tono apasionado: “Él vive ahora entre los dioses, atravesando los cielos y mirando la vida abajo”. Su tarea era consolar a los seres queridos del fallecido. Este papel es cumplido hoy por el pastor moderno, ¡aun hasta las palabras mismas de la oración!
El aporte de la Reforma
La principal contribución musical de los reformadores fue la restauración del canto congregacional y el uso de instrumentos. Juan Hus (1372-1415) de Bohemia y sus seguidores (denominados husitas), fueron entre los primeros en restaurar el canto congregacional en la iglesia. Lutero también alentó el canto congregacional en ciertas partes del culto. Pero el canto congregacional de himnos no alcanzó su culminación hasta el siglo XVIII, durante el avivamiento wesleyano en Inglaterra.
Durante el tiempo de Lutero, se publicaron unos 60 himnarios. Más específicamente, Lutero incrementó el canto congregacional como parte de la liturgia. Dejó una Misa Latina, que era cantada por el coro en pueblos y universidades, y una Misa Alemana, que era cantada por la congregación en aldeas y zonas rurales. Estos dos modelos fueron combinados en la práctica luterana en los siglos XVI al XVIII. Los Reformados se oponían tanto a la música coral como a los himnos congregacionales.
Aprobaban sólo el canto de salmos métricos (versificados) y otros cánticos bíblicos. Desde su perspectiva, los coros e himnos eran romanos. Así que el uso luterano de éstos indicaba una reforma a medias. En las iglesias de la Reforma, el coro se mantuvo. Apoyaba y dirigía a la vez el canto congregacional.
Ciento cincuenta años luego de la Reforma, el canto congregacional pasó a ser una práctica aceptada generalmente. Para el siglo XVIII, el órgano reemplazaría al coro en la dirección de la adoración cristiana. Es interesante que no haya ninguna evidencia de instrumentos musicales en el culto de la iglesia cristiana hasta la Edad Media.
Hasta entonces, todo el canto durante el culto se realizaba sin instrumentos. Los padres de la iglesia no tenían una buena opinión de los instrumentos musicales, asociándolos con la inmoralidad y la idolatría. Calvino continuó esta práctica. Consideraba que los instrumentos musicales eran paganos. En consecuencia, durante dos siglos, las iglesias reformadas cantaron salmos sin el uso de instrumentos.
El órgano fue el primer instrumento usado por los cristianos después de Constantino. Se han encontrado órganos en iglesias cristianas tan atrás como el siglo sexto. Pero no fueron usados durante la misa hasta el siglo XII. Para el siglo XIII, el órgano llegó a ser una parte integral de la misa.
El órgano se usó inicialmente para dar la nota a los sacerdotes y al coro.40 Durante la Reforma, el órgano pasó a ser el instrumento estándar usado en el culto protestante. Mientras los calvinistas (y los puritanos) quitaron, demolieron y arruinaron los órganos de las iglesias, los luteranos los aprovecharon al máximo.
El primer órgano comprado por una iglesia norteamericana fue en 1704. Los primeros coros protestantes comenzaron a florecer a mediados del siglo XVIII.43 Se les asignaban asientos especiales a los miembros del coro para demostrar su condición especial.
Inicialmente, la función del coro era dar el tono correcto para dirigir la música congregacional. Pero no pasó mucho tiempo antes que el coro empezara a aportar selecciones especiales. Así nació la “música especial” del coro mientras la congregación presenciaba su interpretación.
A fines del siglo XIX, hicieron su aparición los coros de niños en las iglesias norteamericanas. A esta altura, se volvió costumbre que el coro en iglesias no litúrgicas ejecutara “música especial”. (Esta práctica terminó por ser trasladada a las iglesias litúrgicas también.)
Vale la pena notar la ubicación del coro. A fines del siglo XVI, el coro se trasladó del antealtar (la plataforma del clero) a la galería posterior, donde había un órgano instalado. Pero, durante el Movimiento de Oxford de fines del siglo XIX y principios del XX, el coro volvió al antealtar. Fue durante este tiempo que los miembros del coro empezaron a usar vestiduras eclesiásticas.
Para las décadas de 1920 y 1930, era habitual que los coros norteamericanos usaran esta vestimenta especial para hacer juego con los recién comprados edificios de iglesia neogóticos. ¡El coro ahora estaba de pie con el clero frente al pueblo exhibiéndose en vestimenta clerical arcaica!
No sé tú, pero yo he visto y oído, al ser presentado algunos de estos coros (Tuvimos la visita de un enrome coro “negro spiritual” de muy buena calidad profesional), que esa ropa era lo que Dios les demandaba utilizaran. ¿Quién se los dijo? ¿De dónde lo sacaron? ¿Fueron engañados?
El origen del equipo de adoración
En muchas iglesias contemporáneas, sean carismáticas o no carismáticas, el coro ha sido reemplazado por el fenómeno reciente del equipo de adoración. En este tipo de iglesias, el lugar de reunión tiene pocos símbolos religiosos (excepto algunas banderas, tal vez).
Al frente del escenario hay un podio sencillo, algunas plantas, amplificadores, parlantes y muchos cables. La vestimenta suele ser informal. Las sillas plegables o butacas reemplazan en general a los bancos. El equipo de adoración estándar incluye una guitarra eléctrica, batería, teclado, tal vez un bajo y algunos vocalistas especiales.
Humorístico: en una congregación de tono bien pentecostal y bulliciosa, pero de raíces y fundamentos altamente tradicionales, se estuvo discutiendo más de un año si le otorgaban permiso a su banda de alabanza para incorporar percusión y batería.
Ojo: no era descabellado el argumento, ya que sostenían algunos de los más ancianos que todo tam-tam era utilizado en ritos de origen africanos para atraer espíritus satánicos, lo cual es cierto. No obstante, el modernismo resultó triunfante y los tam-tam se incoporaron a la alabanza.
Las letras de las canciones suelen proyectarse sobre una pantalla o la pared mediante un retroproyector o equipo de video. Alguien “llamado por Dios” para la tarea pasa las transparencias o usa una computadora con las letras de las canciones que han sido seleccionadas previamente, antes del culto. Es evidente la falta de cancioneros o himnarios.
Esto, simplemente esto, que seguramente es patrimonio activo de un ochenta y cinco por ciento de congregaciones, deja en evidencia algo muy concreto: nadie está adorando ni alabando con lo que dice en un canto; sólo se está sumando a un canto conjunto sobre algo que no siempre entiende.
En este tipo de iglesias, adoración significa seguir las canciones indicadas por la banda. El “tiempo de alabanza y adoración” suele durar entre 30 y 40 minutos. Las primeras canciones suelen ser de alabanza y movidas.
Luego el equipo dirige a una congregación animada, que bate palmas, mueve sus cuerpos, levanta sus manos (y a veces baila) en un popurrí de música individualista, suave y centrada en la adoración. (El enfoque de todos los cantos es la experiencia individual. Los pronombres personales –“yo, mi, mío”– dominan en prácticamente todas las canciones.)
Mientras la banda baja de la plataforma, los ujieres pasan los platos para la ofrenda. Esto generalmente es seguido por el sermón, donde el pastor dominará el resto del culto. En muchas iglesias, el pastor llamará al equipo de música para que regrese al escenario para ejecutar unos cantos de adoración más mientras va terminando su sermón. Un “tiempo de ministrar” puede seguir mientras toca la banda.
La liturgia de canto que acabo de describir funciona como un reloj en la mayoría de las iglesias carismáticas y no carismáticas. Pero, ¿dónde se originó? El origen del “equipo de adoración” se remonta a la fundación de Calvary Chapel, en 1965.
Chuck Smith, el fundador de la denominación, comenzó un ministerio para hippies y surfeadores. Smith invitó a los hippies recién convertidos a volver a afinar sus guitarras y tocar su música ahora redimida en la iglesia. Dio a la contracultura un escenario para su música, permitiéndoles tocar los domingos a la noche y en conciertos.
Las nuevas formas musicales comenzaron a llamarse “alabanza y adoración”. Cuando el Movimiento de Jesús comenzó a florecer, Smith fundó la compañía de grabación Maranatha Music, en 1973. Su meta era distribuir la música de estos jóvenes artistas.
The Vineyard (la Viña), bajo la influencia del genio musical John Wimber, vino después, con el concepto de equipo de adoración, en 1977. En este año, Wimber fundó Anaheim Vineyard Christian Fellowship. The Vineyard probablemente ha demostrado más influencia sobre la familia cristiana en establecer equipos de adoración y música de adoración que Calvary Chapel. La música de Vineyard es considerada como más íntima y orientada a la adoración, mientras que la música de Calvary Chapel se conoce más por sus canciones movidas orientadas a la alabanza.
La himnología estadounidense había estado experimentando una reforma antes de Calvary Chapel y Vineyard. Comenzando en Dublane, Escocia, en 1962, un grupo de La recuperación del canto de coros tomados de la Biblia fue incorporado por el Movimiento de Jesús (Jesús Movement) de la década de 1970.
Esto encaja perfectamente con el enfoque individualista de los baby–boomers (los nacidos entre la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Vietnam en Estados Unidos). músicos de iglesia insatisfechos de Inglaterra trataron de revitalizar las canciones cristianas tradicionales.
Dieron origen a un nuevo tipo de música influida por ciertos artistas de música folk populares. Esta reforma preparó el escenario para que los cambios musicales revolucionarios echaran raíces en la iglesia cristiana a través de Calvary Chapel y Vineyard.
A su debido tiempo, la guitarra reemplazó al órgano como el instrumento principal que dirigía la adoración en la iglesia protestante. Aunque seguía el modelo del concierto de rock de la cultura secular, el equipo de adoración había llegado a ser tan habitual como el púlpito.
Pero, ¿cuál es el problema?
Tal vez usted se esté preguntando: “¿Qué hay de malo en tener un líder de coro, un líder de adoración o un equipo de adoración para dirigir el canto de la iglesia?”. Nada. Excepto que le quita al pueblo de Dios una función vital: escoger y dirigir su propio canto en las reuniones –tener el culto divino en sus propias manos– para permitir que Jesucristo dirija la música de su iglesia en vez de un facilitador humano.
Escuche la descripción de Pablo de una reunión de iglesia: “…cuando se reúnan, cada uno puede tener un himno…” “Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales”. Los directores de música, los coros y los equipos de adoración hacen que esto sea imposible. También limitan la dirección de Cristo; específicamente, su ministerio de guiar a sus hermanos a cantar canciones de alabanza a su Padre.
Con relación a este ministerio (muy poco conocido hoy), el escritor de Hebreos dice: “Tanto el que santifica como los que son santificados tienen un mismo origen, por lo cual Jesús no se avergüenza
de llamarlos hermanos, cuando dice: ‘Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación [ekklesia] te alabaré’”.
Cuando solamente los talentosos pueden cantar las canciones de adoración, se vuelve más un entretenimiento que adoración corporativa. Y sólo a los que “califican” se les permite participar en el ministerio de dirigir los cantos. Es un ministerio que pertenece a todo el pueblo de Dios.
Estos artistas, liderados por el ministro congregacional Eric Routley, dieron origen a un nuevo tipo de música cristiana influida por Bob Dylan y Sydney Carter. Este estilo nuevo fue difundido a EE.UU. por George Shorney Jr., de Hope Publishing Company.
Los nuevos himnos cristianos fueron una reforma, no una revolución. La revolución llegó cuando el rock and roll fue adaptado para la música cristiana con la llegada del Movimiento de Jesús (Jesús Movement). Con la aparición de Calvary Chapel y luego Vineyard, las formas de la música de los “baby boomers” habían sido incorporadas ahora a la iglesia cristiana.
Desde la llegada de la música cristiana contemporánea, han comenzado las “guerras de adoración”, que consisten en una fuerza divisiva que balcanizaron a las iglesias cristianas en “amantes de la música tradicional al estilo antiguo” vs. “amantes de la música contemporánea al estilo nuevo”. No pocas iglesias han sido divididas por la mitad sobre la forma de música a ser usada durante el culto de la iglesia.
La música contemporánea vs. la música tradicional se ha convertido en la raíz, el tallo y la rama del nuevo tribalismo sectario y cristiano que asuela a la iglesia moderna. No tengo absolutamente ningún problema con músicos talentosos que tocan para un público para animarlo, instruirlo, inspirarlo o aun entretenerlo. Sin embargo, eso no debería confundirse con el ministerio de canto de alabanza y adoración que pertenece a toda la iglesia.
Yo me reúno en iglesias donde cada miembro es libre para iniciar una canción espontáneamente. Imagínelo: ¡Cada hermano y hermana dirigiendo canciones bajo la dirección de Cristo! Aun escribiendo sus propias canciones y trayéndolas a la reunión para que todos puedan aprenderlas. Uno tras otro. Sin largas pausas. Todos participan en el canto. Cristianos comunes y corrientes. Sin ningún líder visible presente. Esta experiencia es desconocida en la iglesia institucional.
Sin embargo, está disponible para todos los que quieran experimentar la dirección de Cristo en una reunión. Además, el canto en estas congregaciones es intensamente corporativo en vez de individualista y subjetivo. Pero permítame advertirle. Una vez que haya saboreado la experiencia de tener los cantos de adoración y alabanza en sus propias manos, nunca querrá volver a pararse detrás de un banco y ser dirigido por un director de coro o un equipo de adoración. Muy probablemente ya no quiera otra cosa.
Por hermoso que sea el equipo de adoración, hay algo superior e infinitamente más rico. Ya es hora de que el ministerio de la música y el canto sea quitado del clero de segundo nivel y sea devuelto al pueblo de Dios. Sólo entonces podrán los hijos de Dios entender plenamente las palabras del salmista: “Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos, y llorábamos al acordarnos de Sión. En los álamos que había en la ciudad colgábamos nuestras arpas.
Allí, los que nos tenían cautivos nos pedían que entonáramos canciones; nuestros opresores nos pedían estar alegres; nos decían: ‘¡Cántennos un cántico de Sión!’. ¿Cómo cantar las canciones del Señor en una tierra extraña?... Cuando el Señor hizo volver a Sión a los cautivos, nos parecía estar soñando. Nuestra boca se llenó de risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas. Hasta los otros pueblos decían: ‘El Señor ha hecho grandes cosas por ellos’”. Efesios 5:19 y Colosenses 3:16 capturan el sabor de la naturaleza corporativa del canto cristiano del primer siglo. Salmos 137:1–4; 126:1,2.
El verdadero problema no es que la iglesia sea demasiado rica, sino que se ha vuelto fuertemente institucionalizada, con una inversión aplastante en mantenimiento. Tiene las características del dinosaurio y del buque de guerra. Está cargada con una planta y un programa que supera sus medios, de forma que está absorbida en problemas de aprovisionamiento y preocupada por la supervivencia.
La inercia de la máquina es tal que las asignaciones financieras, los requisitos legales, los canales de organización, las actitudes mentales, están todas puestas en la dirección de continuar y realzar el statu quo. Si uno quiere seguir un rumbo que se sale de estos canales, entonces la mayoría de sus energías se agotarán antes de llegar a la líneas enemigas.
John A. T. Robinson
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